El ideal del hombre

Recientemente traduje un pasaje de mi viejo guía a las orillas del Estigio Cioran. Hoy me quedo deslumbrado por la lucidez que podía llegar a tener incluso envuelto en esa ponzoñosa niebla negra de su desesperación. Me lía mucho que alguien de tal inteligencia no haya podido recuperarse nunca de esa enfermedad de la vida de la que habla Zarathustra. ¿Cómo se puede odiar tanto a la vida? Aunque, en verdad, ¿la odiaba? No lo sé, se aferraba a no perdonarla (como si la vida fuera culpable de su obstinación con la desgracia y el sufrimiento…)

Me parece que en Cioran hay la defensa de una postura intelectual que se dedica a disfrazar la voluntad de vivir como por vergüenza de gritar al mundo con sensualidad, con embriaguez de vida, lo mucho que le fascina estar vivo para analizar con esa lucidez suya la realidad que le tocó soñar. Eso era; un hombre testarudo, pero fiel a sí mismo como pocos. Quizá el hombre más consecuente consigo mismo, paradójicamente más temeroso de no ser consistente consigo mismo, tanto más cuanto si se consideran sus palabras en las que le reclamaba al universo ser tan insoportablemente irracional, y en sus aporías de la irracionalidad. Extraño… necesito volver a leerlo.

En cualquier caso, el siguiente fragmento que traduje del francés (con ayuda de un diccionario) es mi comienzo de relectura de Cioran; debo decir que expresa una parte de mi sentir (digamos que mi parte irracional, contra la racional -todo hombre parece ser la lucha entre estas dos facciones en pugna dentro de sí, y la civilización es sólo un invernadero acondicionado para que se den mejor los frutos de la decencia y de lo racional, de la prohibición y la inhibición…)

<<Homo…>>

El hombre debería cesar de ser -o de convertirse en- un animal dotado [doué] de razón.  Haría mejor en convertirse en un ser insensible, que arriesgara todo en cada instante -un ser capaz de exaltaciones y de fantasmas peligrosos, que pudiera morir de todo eso que ofrece la vida como de todo aquéllo que no ofrece. Cada hombre debería tener como ideal el cesar de ser hombre. Y eso no es posible más que por el triunfo de lo arbitrario absoluto.